Sr. Director:
1.400 millones de personas de los 7.900 millones que habitan el planeta, son católicas.
El número de católicos ha aumentado en África y en América.
El porcentaje de católicos en la población mundial ha subido ligeramente respecto a las cifras del año 2023.
Mientras el número de bautizados (sobre todo adultos) aumenta en casi todo el mundo, el número total de sacerdotes a nivel mundial disminuye, sobre todo en Europa, América y Oceanía. Suben en África y en Asia de manera significativa. Ha descendido también el número de sacerdotes pertenecientes a órdenes religiosas y el número de seminaristas en todo el mundo.
Se constata también el descenso que parece imparable en el número de religiosas y religiosos. En algunos lugares se ha llegado a un punto de no retorno y los miembros de la vida consagrada no siempre están en condiciones de emigrar a otras latitudes.
La venta de edificios religiosos (conventos, monasterios, ermitas, iglesias) es una realidad ya en algunos países de tradición católica.
Las cifras y los datos no mienten y están extraídas del último Anuario Estadístico de la Iglesia publicado por la Santa Sede.
Ha descendido también el número de misioneros que salen de su país para llevar el Evangelio de Cristo a otros países donde la Iglesia es minoritaria en número y necesita de la oración y el empuje de otras Iglesias más consolidadas. Pero si resulta que los católicos de los países que antes enviaban misioneros tienen menos sacerdotes, menos religiosas y menos religiosos y en general menos familias misioneras, ¿cómo van a ser enviados?
Centrémonos en el estado del catolicismo en España. Un 54% de españoles se declara católico. De ese 54%, sólo un 20% se declara católico practicante. Los demás son católicos ocasionales o simplemente no practicantes.
Dicho muy resumidamente: nuestra España se ha vuelto atea en la práctica porque la mayoría de españoles ya no cuenta con Dios para vivir y mucho menos participa en la vida y en la misión de la Iglesia.
Algunos factores externos y otros internos nos han llevado a la situación actual; por una parte la secularización de nuestro mundo que vive como si Dios no existiera y, por otra, algunas cuestiones de secularización interna de la propia Iglesia.
Nuestros obispos son conscientes de lo que ocurre y es bueno que todos los católicos de España lo sepamos para saber qué debemos hacer en las actuales circunstancias.
La respuesta es la misma siempre: que los cristianos vivamos nuestra fe con todas sus consecuencias y demos un buen testimonio de Cristo a nivel personal, familiar, parroquial, comunitario: ésta es la primerísima y necesaria evangelización que se necesita.
El mundo necesita testigos de Cristo, evangelizadores humildes y valientes que no tengan miedo de jugarse la vida por Cristo y por la Iglesia, nuestra madre en el orden espiritual.
Es vital que recemos todos los días, que confiemos en Dios, que nos convirtamos a Él, que nos comprometamos a tope por vivir y transmitir la fe de la Iglesia a los demás, a todos, sean tibios, no practicantes, ateos o adeptos de otras religiones, porque el único Salvador del mundo es Jesucristo y Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la Verdad.
Y la verdad es Cristo, el Hijo de Dios e Hijo de la Virgen María, nuestro Señor y nuestro hermano.
Hemos de amar a la Santa Iglesia de Dios, a nuestro Santo Padre el Papa, a nuestros obispos, sacerdotes, diáconos y demás ministros, a los miembros de la vida consagrada activa y contemplativa y a todos los fieles laicos (varones y mujeres).
Debemos no sólo escuchar sino meditar en nuestro corazón la Palabra de Dios cada día, todos los días y pedir al Señor que nos conceda ponerla en práctica con parresía.
Debemos celebrar la Liturgia de la Iglesia tal y como la Iglesia ha determinado que sea celebrada, sin inventar nada ni tratar de ser creativos o novedosos.
La Eterna Novedad es Cristo y, si le somos fieles, Él realizará en nosotros lo que es de su agrado con la gracia del Espíritu Santo, que sopla donde quiere y como quiere.
De nuestra unión con el Señor nacerá todo lo demás, el amor a todas las personas, el amor al prójimo necesitado, el amor a los alejados, el amor, siempre el amor, porque "la señal por la que conocerán que sois mis discípulos será que os amáis unos a otros". Del amor a Dios nace el amor al prójimo.
Debemos cultivar más y mejor nuestra fe, nuestra esperanza en el Señor, nuestra caridad y todas las virtudes humanas y cristianas que necesitamos para llevar una vida santa.
Lo que más arrastra a otros a creer es el ejemplo y el testimonio de los santos, no sólo de los santos de ayer, sino también de los de hoy.
Y no olvidemos que todos los bautizados en Cristo hemos sido llamados por Dios a ser santos.
El testimonio de los cristianos del siglo XXI es tan necesario hoy como el de los cristianos del siglo I.
Nos llamarán locos, dirán que hemos perdido la cabeza, que somos unos fanáticos, etc; éste será el signo de que vamos por el buen camino. Y el camino es Jesucristo.
Contamos con la intercesión de la Virgen María, de San José y de los creyentes que nos han precedido.
¡Con la gracia de Dios, vayamos adelante!










