Sr. Director:

La imagen de EE.UU., con respecto a todo el proceso de la pandemia de la COVID-19 y con algunas investigaciones, entre otras el caso de la obtención de la vacuna, ha salido particularmente deteriorada mientras europeos y británicos concertaban esfuerzos para diseñar un plan de fabricación y distribución mundial de vacunas que no olvide a los países menos desarrollados.

La colaboración público-privada ofrece también signos prometedores, pero hay inversiones millonarias en juego y está por ver qué ocurrirá cuando llegue la ansiada vacuna o el tratamiento. Occidente, en especial, debe entender que la solidaridad no es solo una exigencia ética. El repliegue egoísta, el “sálvese quien pueda”, dejará vacíos que China y otros no tardarán en ocupar.