Sr. Director:
Hace más de 20 años, en el centro docente donde trabajaba, había un profesor diferente. Digo diferente, porque ni saludaba al director, ni al jefe de estudios. Y porque en las reuniones, leía la prensa. Pues, las explicaciones de los coordinadores no parecían interesarle. Sus alumnos no respetaban las prohibiciones del equipo directivo. Parecía que tenían permiso para portarse mal. Supongo que despotricaba de los de arriba. Tenía seguidores: Muchos entre el alumnado, pocos, entre el profesorado.
Últimamente he pensado muchas veces en este profesor. No sé si eso era populismo. Decir lo que gusta a los de abajo, y hacer insinuaciones contra los de arriba. Los populistas generan expectativas de altura. Hacen promesas jugosas. Pero, como no cumplen, pierden seguidores.
Y casi todos, cuando perciben el declive, tienden a frenar la pérdida, haciéndose las víctimas. Trump, derrotado. Iglesias, de bajada. Puigdemont, intranquilo. El primero, dice, «Fraude». El segundo, dice, «Basta!». Y el tercero, cuando le retiren la inmunidad, dirá, «Nos quieren aplastar!».
¡Ah!. He aquí una declaración de un populista con coleta, contra algunos socialistas: "Nosotros, por ejemplo, estamos en contacto con las asociaciones de inquilinos y ellos con las de los propietarios".