En el primer, ordinario pleno
del flamante Ayuntamiento,
entró en desazón la Alcaldesa,
trabucándose la lengua,
confundiendo los pensamientos.
¡Ay, Carmena! ¡Ay, Carmena!
Que dominar a esa tropa
te va a provocar desazones,
disgustos y otras penas,
siendo como eres abuela.
Y esos nietos son rebeldes,
deslenguados y enseñatetas.
¡Ay, Carmena! ¡Ay, Carmena!
Que no es lo que tú creías
que es fácil ser alcaldesa.
Y si no quieres desazones,
disgustos y otras penas;
lo que iniciaste con ilusión,
¿que mejor hacer puedes,
que presentar la dimisión?
J. R. Pablos
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29/04/24 17:52