En el mundo okupa cada día encontramos un caso que nos sorprende. Hemos conocido historias que demuestran la caradura y la impunidad con la que actúan, sabiendo que están protegidos por el Gobierno. La semana pasada les hablábamos del okupa que se había metido en la casa de una enferma de Parkinson, la había alquilado para la Feria de Sevilla y la historia acabó con el hermano de la propietaria detenido por la Policía. O la cola que se hizo en un desahucio para volver a okupar la vivienda, y la inquiokupa que amenazó a la propietaria.

Y tenemos que mencionar dos casos conocidos hace pocos días: el primero en el que una mujer alquiló un piso turístico, lo okupó durante dos meses, pidió 5.000 euros para abandonarlo y a las dos horas okupó otro y la historia de José, que lleva siete meses viviendo en una furgoneta porque la hija del vecino ha okupado su casa. El padre de la inquiokupa encima lo justifica: "Es un embustero, tiene dos pisos".

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Hoy volvemos a La Coruña, donde un okupa ha pedido a los vecinos que le dejen en paz porque él solo quiere "vivir tranquilo con mi perra". 

El edificio okupado está en la calle Barrera, donde varias viviendas están siendo disfrutadas por okupas, pero hay uno que quiere dejar claro que él no es como el resto, que sólo delinquen, por lo que ha realizado una pintada en la puerta en la que asegura que “aquí no se trapichea con ninguna clase de mierda”.

El okupa es el que reside en el primer piso y asegura que él solo quiere “vivir tranquilo con su perra” e insiste en que él, por lo menos, no trafica. Acusa a su vecino de arriba, también okupa, de causar el malestar y de trapichear, además de echarle en cara el no parar de su vida social: “Dejar de subir y bajar a todas horas del día y de la noche que la noche es pa’ dormirrrr”. 

En este edificio podría haber más okupas, porque los pisos superiores pertenecen al Ayuntamiento y están vacíos, pero claro, esos tienen puerta de seguridad, por lo que el allanamiento es más difícil.