Sr. Director:
No era fácil comprender que, pese a contar con múltiples episodios poco honrosos y hasta criminales, en el PSOE siempre alardeasen de tener una centenaria historia de honradez, y de ser un partido casi virginal que superaría con creces la prueba del pañuelo. Pero se comprende mejor si atendemos a una clave fundamental como es la aplicación de la «interpretación progresista de la historia». Una técnica que se resume en la conjugación de los siguientes principios: como somos progresistas, los malos fueron, son y serán siempre los otros; lo que nosotros hayamos podido hacer mal: o no era tan malo o hay que olvidarlo o imputárselo a los otros; y si acaso no quedara más remedio que admitir que los nuestros hicieron algo malo (porque existan pruebas irrefutables), en realidad se trata de hechos que acaecieron hace mucho tiempo, o realizados por algunos que no están ya en el PSOE y, por tanto, no resultan imputables al partido. ¿Demasiado burdo y simplón? Pues sí; pero funciona. Sólo requiere la colaboración de medios de comunicación y personas influyentes en la opinión pública, que lo difundan con gesto serio y disimulando que están aguantándose la risa.