Sr. Director:
Echar mano del chivo expiatorio y comodín del franquismo, es costumbre entre los herederos de quienes llevaron España a la catástrofe, provocando la intervención del general Franco, seguido por la mitad de españoles que defendían sus vidas, condenados a morir como conejos a mano de los «amantes de la humanidad y libertad de los pueblos». Aquella España donde llegó a existir tamaño odio genocida anticatólico, que poseer una estampa religiosa podía constituir una inapelable sentencia de asesinato. Que de todo esto se hayan olvidado numerosos miembros de la Iglesia, sin atreverse a defender a quienes les defendieron, no dice nada santo de ellos. Y dentro del comodín del franquismo, uno de los elementos que se invocan como instrumento de opresión ideológica de sus Gobiernos, es la imposición de la asignatura obligatoria de FEN (Formación del Espíritu Nacional), que constituiría una manifestación de la más terrible dictadura. Algo que no cuadra con la realidad que muchos vivimos: porque o la dictadura franquista fue muy blandengue o eran muy torpes al hacer sus contenidos, ya que era una de «las tres maría», junto con la gimnasia y la religión, que aprobábamos sin tener que saber lo que sucedió en la guerra civil, los crímenes de Paracuellos y las chekas, y en general, las salvajadas cometidas por los «héroes antifascistas», cuya blanqueada memoria pretenden imponernos ahora como única verdad histórica. Y es que estos contenidos no se solían impartir en la «terrible» FEN: lo que explica la ignorancia imperante sobre todo aquello entre quienes nos educamos con una asignatura enfocada más hacia el futuro y hacia una España mejor para todos, que hacia un pasado de enfrentamiento. Justo lo contrario de lo que persigue el actual Gobierno.









