En dos oleadas, la más importante de ellas capitaneadas por un tipo generoso y heroico llamado Juan de Austria, los austrias les sacudieron hasta expulsarlos de España, momento en el que la población de la zona se quedó muy tranquila.
Ahora un diputado socialista considera que hay que reparar a los sucesores de los moriscos por los daños infligidos por los malísimos cristianos de la época. Personalmente, considero que no, que lo que tiene que hacer ZP es indemnizar a Don Pelayo y sus chicos (lo mismo, como asturiano, puedo estar entre los sucesores con derecho a herencia) por la expulsión de sus tierras hacia el norte, hacia Covadonga, con la consiguiente usurpación de sus bienes. Algo inadmisible, como ustedes comprenderán. No sé lo que me puede tocar, pero soñaré con ello.
Consideremos que ZP puede y debe reclamar a Irán y Damasco. Los grandes califatos, de los que antes o después dependieron los conquistadores islámicos de la península, debieran apoquinar. Es decir, que hay que reclamar a Ahmanideyad y a Bachar al Asad. Estamos convencidos de que Irán y Siria están deseando indemnizar a los nobles astures como yo, descendientes godos.
Al mismo tiempo, los cordobeses -recuerden el Califato- también debieran rascarse el bolsillo para satisfacer a asturianos, leoneses y castellanos, que no por nada fueron califato, y martirizaron, torturaron y asesinaron a miles de cristianos llegados del norte. Muy probablemente algún tatarabuelo mío andaría por allí, por no citar a San Eulogio, mártir de Córdoba, que no somos paisanos pero sí tocayos.
Nuestro diputado es un producto del Zapatismo, es decir, de las tendencias suicidas del Zapatismo. Naturalmente nuestro buen prócer sólo busca fastidiar a la Iglesia. Por eso hablo de tendencias suicidas; en efecto, nada más suicida que un pueblo de impronta cristiana regido por un Gobierno cristófobo.
Eulogio López
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