La vicepresidenta no ha contestado a las declaraciones que el eurodiputado expresó en una radio sobre el caso Bárcenas

El mejor ministro del Interior que ha tenido el PP, un hombre honesto, congruente y cabal, no se merecía este trato por parte de sus 'compañeros de filas'.

El jueves, en relación al caso Bárcenas, Mayor Oreja expresó su libre opinión en la emisora Punto Radio, donde indicó que "el daño moral del caso Bárcenas ya es de difícil reparación, diga lo que diga el presidente del partido o su secretaria general". Soraya Sáenz de Santamaría ha sido preguntada de forma muy directa sobre las opiniones de un hombre que por su historial al servicio de la democracia, merece, al menos, un respeto. La vice ni se ha dignado a contestar, se ha ido por los cerros de Úbeda refugiándose en dos preguntas más que había formulado un periodista y ha desgranado una confusa frase alusiva a que determinados hechos no pueden ocultar que estamos en "un Estado moderno que funciona, en los parámetros de funcionamiento de la ley del conjunto de nuestro entorno".

Lo que no funciona es la higiene mental en un partido que no reconoce los valores ni méritos de un hombre al que se ha descalificado de todas las formas posibles desde las filas de sus correligionarios, aludiendo incluso a su estado mental, porque antaño Mayor no se privaba de decir lo que pensaba en las reuniones del PP, o porque en los tiempos en los que ejercía de ministro del Interior, supuestamente, bajaba vestido en pijama a hablar con los guardias civiles, de guardia por la noche en las oficinas, para ver los teletipos o animar al personal en su trabajo.

Si así se descalifica a alguien, mal vamos… Mayor Oreja, a quien sus correligionarios odian por no tener la boca callada es y era un hombre que trabajaba hasta la extenuación, fiel a sus principios y con las ideas muy claras, que confraternizaba con quien tenía que hacerlo, sin cuentas en Suiza. Él jamás exigió nuevas televisiones de plasma en sus ministerios, como hacen algunos de los que están ahora ocupando cargos en el poder.  

Sara Olivo

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