El último Consejo de la constructora Sacyr fue algo más que tenso. La marejada viene de atrás pero ahora se ha pasado a la guerra abierta. Por una parte, Demetrio Carceller, hombre con problemas fiscales pero ahora con más liquidez gracias a Cepsa, se siente cada vez más próximo a Juan Abelló y al canario Juan Miguel Sanjuán Jover. No se marchan de Sacyr porque perderían mucho dinero, dada la evolución de la cotización. Lo que quieren es descabalgar a Luis del Rivero de la Presidencia de la misma forma que éste desea descabalgar a Antonio Brufau de la Presidencia de Repsol.
Entre Carceller, Sanjuán y Abelló rozan el 25% del capital, el mismo que casi juntan los dos fundadores, José Manuel Loureda y Luis del Rivero. Loureda se mantiene fiel a su socio fundacional aunque molesto por las hostilidades de éste contra Repsol. Eso sí, el vicepresidente y consejero delegado, Manuel Manrique, propietario del 7% de las acciones, en tanto que primer ejecutivo continúa siendo leal a Del Rivero.
Carceller ha dado un paso al frente y pretende sindicar acciones con sus allegados pero, sobre todo, desalojar a Del Rivero de la Presidencia de la constructora. En el entretanto, Matías Cortés, con más voz que voto, espera y mira, según su técnica habitual, aunque su permanencia en el grupo, depende del Presidente, y don Matías sabe muy bien dónde le aprieta el zapato y dónde apretar el zapato ajeno, por ejemplo, desde el Grupo PRISA.
El enfrentamiento se recrudece en plena guerra con Repsol, cuando Del Rivero no ha conseguido ni que La Caixa venda su participación en la petrolera ni introducir, de la mano de Borja Prado y Mediobanca, a una multinacional en Repsol, aunque ENI sigue comprando acciones de Repsol a título de inversión financiera... de la mano de Borja Prado.
Y todo ello en un año clave para la constructora, dado que, sumando capital e intereses, a finales de año deberá renegociar una deuda con los bancos que supera los 7.000 millones de euros, la más importante, la utilizada para adquirir repsoles. Por el momento, Del Rivero mantiene el cargo, y la clave del futuro inmediato no radica ni en él ni en Carceller, sino en Loureda.
Eulogio López
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