El presidente de Aguas de Barcelona (Agbar), Jordi Mercader, próximo al Partido de los Socialistas Catalanes (PSC) le ha ganado la primera batalla al presidente de La Caixa, Ricardo Fornesa, cuyo mandato al frente de la entidad de ahorro catalana se ha prorrogado por dos años, hasta el año 2009.
El campo de batalla ha sido la venta de la compañía de certificaciones Applus, filial de Agbar, al fondo de inversión británico Candover Partners. El consejero delegado de Applus, Sergio Pastor, recibió el encargo del director general de Agbar, Ángel Simón, de vender Applus para que Agbar pudiera centrarse en sus dos actividades más importantes, agua y salud. Pastor diseñó la operación con los ingleses y éstos decidieron que se quedara como presidente de la compañía, práctica habitual en este tipo de operaciones. Pero cuando sólo faltaba firmar, Agbar dice que no vende y, como colofón, Sergio Pastor es despedido sin contemplaciones. Por cierto, quince días después de haber fallecido su esposa tras una larga enfermedad.
Los ingleses no entendían nada pues no había ningún fleco pendiente. Sergio Pastor tampoco, aunque se enfada mucho, cuando desde la empresa matriz (Agbar, que no La Caixa) se empieza a insinuar que la paralización de la operación obedece a que Pastor había negociado unas condiciones a su favor para quedarse en la Presidencia de la nueva Applus.
Pero como el tiempo todo lo descubre, ahora sabemos que la verdadera razón por la que se paralizó la operación fue bien distinta. Se trataba de un pulso, uno más entre el presidente de La Caixa, Ricardo Fornesa y el presidente de Agbar y vicepresidente de la entidad financiera, Jordi Mercader. Este último siempre ha sido la opción socialista para presidir La Caixa, el conglomerado financiero y empresarial más importante de Cataluña. Según declaran a Hispanidad fuentes de la propia Agbar, Mercader no tenía un especial interés en paralizar la operación, pero sí en dar un golpe de mano para dejar claro quién mandaba en Agbar, una empresa que, no lo olvidemos, está participada por el grupo Suez y por La Caixa y no de forma paritaria: Suez dispone de mayoría aunque no la ejerce. Tanto es así que los franceses nunca han visto con buenos ojos los proyectos de fusionar la distribuidora de aguas con otras empresas de servicios de La Caixa, por ejemplo, Gas Natural.
El caso es que cuando Mercader plantea batalla a Fornesa se discute en el Parlamento catalán la reforma de la Ley de Cajas de Ahorros de aquella autonomía que permitía a Fornesa ampliar su mandato, como presidente de La Caixa, dos años más, hasta el 2001. Por eso, aunque Fornesa era partidario de la venta, prefirió ceder.
Ahora bien, resulta un poco absurdo renunciar a vender Applus una empresa que no alcanzaba los quinientos millones de facturación por cerca de mil millones de euros. En otras palabras, había que encontrar un culpable al que cargar con la responsabilidad de la oportunidad perdida. Lo encontraron en seguida: Sergio Pastor, el hacedor de la operación habría pretendido medrar con la transacción. De ahí su despido.
La verdad es que resulta un poco extraño acusar de conspiración a un hombre que ha pergeñado una operación tan fructífera como La Caixa y que había perdido a su esposa quince días atrás, tras una larga y penosa enfermedad.
Por cierto, que dos de los accionistas de Applus, Unión Fenosa y Caja Madrid siguen preguntándose por qué no se vendió la compañía.