Ergo, luchemos batallemos por demostrar que la hoja es verde:
1. El homosexual no nace, se hace. Insist existen tendencias fisiológicas y ambientes sicológicos que propician la homosexualidad, pero son tendencias resistibles. Se nace natural, y la naturaleza ha prescrito que se venga al mundo varón o mujer. Ni la masculinidad es superior a la feminidad ni ésta a aquélla: ambos son espléndidamente distintos y formidablemente complementarios, también morfológicamente. La naturaleza no ha creado ningún homosexual.
2. No sólo no existe el amor homosexual (otra cosa es que dos homosexuales se quieran, como se pueden querer dos amigos, dos hermanos, dos vecinos, etc.), es que tampoco existe el sexo homosexual. Introducir el pene en el ano no es sexo, porque el ano no está hecho para meter nada sino para sacar detritus, razón por la cual quien practica la penetración anal debe tener mucho cuidado.
3. La naturaleza no sólo es tirana, sino muy vengativa. Por eso, cuando alguien no respeta sus inexorables leyes se acaba vengando. La naturaleza nunca perdona, así que el que no se someta sus leyes termina por pagarlo. Negar que las relaciones homosexuales provocan enfermedades, especialmente el SIDA, sólo puede ser negado por quien afirme que el color habitual de las hojas de árbol es el naranja moteado con lunares morados. No es un insulto a los gays, y la contrastación es que ellos mismos se protegen con defensas no siempre adecuadas.
4. El hecho de que la homosexualidad es algo antinatural, se deja ver claro en el sentido kantiano. La cumbre del idealismo filosófico acudía al imperativo categórico para definir la moralidad o inmoralidad de una cuestión. En el presente caso, ¿qué pasaría si todos los seres humanos se volvieran homosexuales? Pues que la raza humana desaparecería de la faz de la tierra. En este sentido, el Gobierno Zapatero puede llevar las relaciones homo a la categoría de matrimonio con derecho a adopción, pero no podrá impedir que los niños adoptados por homosexuales provengan en su inmensa mayoría de la heterosexualidad.
5. Sí, hay una relación entre homosexualidad y pederastia. Es un hecho, del que la policía lleva advirtiendo desde tiempo atrás. La mayoría de los pederastas es homosexual. No hay que confundir la pedofilia con la explotación de adolescentes, a veces verdaderas niñas. De ahí que los diccionarios lleven muchos años homologando pedofilia y sodomía.
6. El argumento históric a pesar de las exageraciones sobre el mundo helénico, con la colaboración de películas de baja profundidad y alto presupuesto, como Alejandro Magno, etc., la homosexualidad ha sido una excepción en la historia (entre otras cosas porque, de otra forma, la raza humana habría desaparecido tiempo atrás). Aunque ahora se haya producido una morbosa tendencia a ver homosexuales detrás de cada prohombre clásico, lo cierto es que la homosexual ha sido marginal, no sólo por antinatural, sino por tratarse de una exigua minoría.
Pero, a estos efectos, eso no es lo importante, lo importante es que la inmensa mayoría de las culturas ha rechazado la homosexualidad. No sólo la cultura cristiana, sino la práctica totalidad de credos, cosmovisiones, filosofías y costumbres. En el mejor de los casos muy pocos casos- no han dicho que la homosexualidad sea algo bueno, sino algo tolerable. Por algo será.
6. El argumento estético. Toda ética genera una estética. Con todas las excepciones que se quieran que las hay, algunas nobilísimas- quien haya contemplado el desfile del Día del Orgullo Gay, no necesita más explicaciones. Es más, la estética homosexual tiende al exhibicionismo y más que herir la sensibilidad, la raja.
Y todo esto nos lleva a la siguiente conclusión: ¿hay que respetar y ayudar a los homosexuales? Por supuesto que sí. Hay que respetarles y ayudarles de la mejor forma posible: echándoles una mano para que abandonen la homosexualidad, no para que permanezcan en ella, a costa de aseverar que lo blanco es negro y lo negro blanco. Porque lo peor no es ser gay, lo peor es el orgullo gay. Ese es el punto de no retorno.
Y es que, al final, los hechos son tercos, pero las principios mucho más. Y las hojas, le pese a quien le pese, son verdes.
Eulogio López