¡Pizarro, muy bien, sigue así, hay que resistir!. Así se expresaba un ciudadano de la calle al encontrarse con el presidente de Endesa, Manuel Pizarro. El empresario, humilde, responde a su interlocutor: Como esto, todos los días. La anécdota revela el grado de crispación de la ciudadanía ante la OPA sobre Endesa. La oferta de Gas Natural es vivida como un ataque al que Pizarro anunció que se defendería con uñas y dientes.
Y la OPA se vivió en la ciudadanía como un Madrid-Barça. Ya sólo les falta cantar aquello de que no son catalanes, que son hijos de puta. Lamentable. Y lo peor es que a Pizarro no parece molestarle demasiado. Sonríe cuando recibe estos comentarios y engordó varios kilos el pasado sábado cuando la Junta de Accionistas le ovacionó durante un minuto. ¡Resistencia!
¿No sería más apaciguar los ánimos y plantearnos la conveniencia de la operación más allá de los parámetros pasionales del derby? ¿No sería mejor examinar los efectos sobre la competencia, la garantía de las inversiones, y la eficiencia de las empresas? Parece que no. Montilla-Zapataro-Moraleda insisten en la conveniencia de grandes empresas energéticas de matriz española, mientras que los otros disfrutan sólo con el fracaso de los catalanes y el traspiés del gobierno. ¡Qué país!