No parece, si vemos la televisión, pero es que tampoco queda ninguna tele honesta en España (ya saben, la honradez habla de la cintura para arriba, la honestidad de la cintura para abajo) y me temo que tampoco honrada: les importa un pepino el futuro del país, lo que les importa es el índice de audiencia. No dudan en exagerar ni enjugar con la fama de las personas.
Es verdad que la corrupción está muy extendida entre nuestra clase política, nuestra clase empresarial y nuestra clase sindical. Pero también lo está entre los editores de prensa, los cabecillas de la industria cultural y en general entre toda la ciudadanía.
La profesión de norma ha hecho que todo el mundo incumpla las normas pero sobre todo ha provocado algo peor: que no actuemos por convencimiento sino por temor al castigo.
No es la política española la que es corrupta; es la sociedad española, toda entera.
En un reciente viaje en avión, durante las instrucciones de seguridad, esas que nadie escucha, la azafata se ha dirigido a los pasajeros con la siguiente admonición: "Antes de ayudar a otros a colocar su máscara de oxígeno, asegúrese de habérsela colocado usted correctamente".
Que podríamos traducir a efectos de corrupción: antes de quitar la paja del ojo de tu hermano…
Hispanidad
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