Lo decía Ignacio Camacho, ex director y hoy columnista de ABC, esta mañana en A-3 TV (ver resumen de radio y TV de Hispanidad.com): Esto no son los barrios franceses. Hay un problema de convivencia entre sudamericanos y españoles pero en vez de minimizar el problema, lo que tienen que hacer es llenar aquello de policía y dar una guantada de bofetadas si es necesario. Bofetadas las que haya que dar, porque lo que no se puede permitir es que el Estado no controle la calle. Se sabe que es verdad que hay elementos nazis y fascistas, se sabe también que han entrado elementos radicales de marginalidad en ese mundo. Yo no estaría tranquilo este fin de semana si fuera el alcalde. Conviene tener en cuenta, cuando hay gente que no se integra, que se le ponga en su sitio.

No es mala alusión: efectivamente, los latin king y demás majaderos, horteras hasta en el nombre, por muy hispanos que sean, se merecen una guantada, o un racimo de bofetadas, que sin duda podrían ser catalogas, a pesar de su violencia explícita, como santas y sanas bofetadas.

Ahora bien, los sucesos de Alcorcón han servido ala derecha política para criticar la política migratoria del Gobierno, que no es buena, pero peor era la del PP. He esperado a escribir sobre esto porque quería saber hasta dónde podía ser aprovechado el estallido alcorconero. El más llamativo ha sido el de un arrapiezo de no más de seis años, que llegó a cierto club deportivo del Alcorcón (lunes tarde) muy asustado : Han matado a un bebé.

Veamos: los medios nos advierten del peligro de brotes racistas, cuando quien afirma tal cosa es como un bombero pirómano : el racista es él. La solución a lo ocurrido en Alcorcón no consiste en cerrar las fronteras sino en abrir los juzgados, retomar el principio de autoridad y recuperar la denostada disciplina. Incluso se precisa algo más: se precisa recuperar la autoestima: si los españoles (o los europeos, o los occidentales) no respetamos nuestros principios, idearios y formas de vida, ¿Cómo vamos a pretender que los ecuatorianos los respeten?. Tenemos un sistema judicial tan garantista, que aquí se reproduce la conclusión de aquel mafioso ruso de película, recién llegado a Nueva York: Me encanta América: aquí nadie es responsable le nada.

Pero de eso la culpa no la tienen los inmigrantes, especialmente los inmigrantes hispanos, que son los que mejor se integran. La inmigración es un fenómeno muy positivo para una Europa envejecida y sin vida. No, la culpa es nuestra, por no exigir mano dura con los Latin Kings y, si es necesario, unas buenas bofetadas en tiempo y forma. Abrir las fronteras no significa no hacerse respetar, de la misma forma que invitar a alguien a comer a tu casa no significa permitirle que te rompa la vajilla.

Eulogio López