Recientemente leí que Reino Unido no encarcelará a algunos presos para ahorrar y que California ha aprobado poner en libertad a 27.300 personas, porque no tienen dinero para mantenerlos en la cárcel.
Esto me ha servido para recordar algunas preguntas que empecé a hacerme cuando se comenzó a castigar casi exclusivamente con la cárcel. A algunos se les llenaba la boca con frases como ¡a la cárcel!. Y, si mal no recuerdo, después de años de democracia, hubo más presos que antes. ¿Por qué no usar otras formas de castigo? Me parece que a la cárcel sólo deberían ir aquellos que estando afuera constituirían un peligro para los demás, como los proclives asesinos o violadores y..., muy pocos más. ¿Para qué meter en la cárcel a gente como, por ejemplo, Ruiz Mateos o Mario Conde?
¿Recuerdan? Si personas de este tipo fuesen merecedores de condena, pienso que sería mucho mejor que desagraviasen a las posibles víctimas o a la sociedad con fuertes aportaciones económicas, lo que implicaría que pudiesen seguir trabajando. Recuerdo que ¡hasta a Lola Flores quisieron meterla en la cárcel! ¿Qué hubiese pintado allí? Si un artista defrauda a Hacienda, ¿no sería mejor que siguiese actuando para poder aportar la cantidad correspondiente? Lo de escaparse al extranjero (en el pecado ya iría cierta penitencia) se podría dificultar con con ciertos acuerdos internacionales.
Y sí que hay alternativas. Por ejemplo: a las personas que puedan realizar trabajos físicos, se les podría ofrecer la alternativa consistente en limpiar montes. Y, si por cada hectárea preparada se les redujese x días la pena, el condenado acabaría hasta amando el bosque.
Si los de California o los de Reino Unido se las ingeniasen para encontrar buenas alternativas a la cárcel, tal vez se haría realidad lo de que no hay mal que por bien no venga. Y, con lo de buenas quiero decir buenas, no blandas. Y las hay.