Seguimos con Cataluña en primera plana.

 

1. Insisto: el miércoles 11 fue un éxito de los nacionalistas. Salir, como Soraya, con que fueron más los que se quedaron en casa es una necedad que niega cualquier éxito multitudinario a la manifestación. Siempre serán más los que se queden en casa.

¿Fueron 1,5 millones los que se manifestaron Fueran menos o más, el caso es que fue un éxito. Ahora bien, no hay 1,5 millones de independentistas en Cataluña, pero aún son más los que se sienten diferentes.

2. La peor solución de todas, la España federal que propone el PSOE. Por eso, entre las soluciones aportadas al problema catalán la peor es la de Rubalcaba, quien habla de reformar la constitución hacia un Estado Federal. Pero, hombre, Rubalcaba, muchacho, ¿es que no te das cuenta de que una España federal es, otra vez, el café para todos, precisamente aquello contra lo que braman los catalanes de cualquier signo

A mí me da exactamente lo mismo que Euskadi y Navarra tengan un concierto económico propio, porque soy asturiano y me siento, antes que asturiano, español. Pues lo mismo con Cataluña. El catalán quiere ser diferente. Pues dejemos que lo sea mientras no atente contra la solidaridad entre todos y contra el principio de la unidad de España, un país con muchos siglos de historia.

3. Más errores. El aprendiz de brujo de Artur Mas está consiguiendo que los catalanes odien a España y que los españoles odien a los catalanes. Y encima, está entregando su partido a los radicales marxistas de ERC. Más se comporta como un adolescente encaprichado en un imposible. Pide diálogo pero lo dinamita cada vez que abre la boca. Su lenguaje es verdaderamente ofensivo para el resto de España. Como el del alcalde Trías, presumiendo de Barcelona como sede olímpica e insultando a Madrid... cuando el cadáver olímpico aún estaba caliente.

Y encima el independentismo se ha hundido en una carrera de embustes bajo el embuste mayor. España nos roba. No  es verdad.

4. Error de los medios madrileños y de los políticos del PP, PSOE y UPyD: lo que pretende la cadena humana es ilegal, por anticonstitucional. Probablemente sí, pero no llevemos el argumento hasta la náusea. Oiga, toda nueva ley es ilegal en cuanto modifica otra ley ya publicada en el BOE.

La solución actual pasa por reconocer el hecho diferencial catalán probablemente homologando el sistema catalán de financiación a los conciertos vasco y navarro, así como dándole una salida al sentimentalismo catalán. O se entiende que los catalanes son unos sentimentales o no entenderemos nada. Déseles un nuevo marco fiscal, que es lo que quiere el catalanismo y alguna concesión, que les haga diferentes: selecciones de futbol o matrículas de coche. No hace falta más. Eso sí, con una condición 'sine qua non': que al aprendiz de brujo de Mas deberá asumir: deberá expresar su conformidad y decir que, con esas condiciones se siente a gusto en España. Como dicen en Moncloa, necesitamos que digan "próu" (basta). En el PP añaden... "y que dejen de dar el coñazo", pero en un sano proceso de diálogo y negociación, esto último podemos omitirlo.

Por cierto, insisto en que el enfrentamiento entre Madrid y Barcelona tiene unas raíces más profundas: la descristianización y consiguiente desmoralización de ambas partes.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com