La canciller Angela Merkel ha anunciado que la prioridad de la Presidencia alemana de la Unión Europea, será la puesta en marcha de la Constitución Europea. Lo malo es que la apuesta de la canciller germana no es por la elaboración de un nuevo texto, sino por la imposición del Tratado Constitucional elaborado por el equipo dirigido por el francés Giscard DEstaing, de clara impronta masónica. Una Constitución que no reconoce ni los orígenes cristianos de Europa ni el derecho a la vida del so no nacidos (lo hace de forma tan ambigua como la Constitución Española) ni otros principios cristianos insoslayables.
Por otra parte, imponer una Constitución que ya se ha topado con dos referenda en contra, sería hacer que la nueva UE naciera de un acto profundamente antidemocrático.
La otra prioridad de la Presidencia germana es la política energética común, paralizada por la opa de E.ON sobre Endesa y por la asimetría entre el tratamiento que Bruselas ha hecho de esta operación en comparación con la fusión, de corte mucho más proteccionista, entre Gaz de France y Suez, en la que Bruselas apenas ha abierto la boca y el Gobierno francés ha hecho todo lo que ha querido.