¡Albricias y pan de Madagascar! La Iglesia anglicana ya cuenta con una obispa: Libby Lane (en la imagen). Es decir, que además de la papisa, la soberana de Inglaterra, Isabel II, se ha dado un paso más en la igualdad de sexos. El propio premier, David Cameron, está exultante: "un día importante para la igualdad". Por el momento, el premier británico -siempre preocupado por la espiritualidad de sus súbditos- se dispone a modificar el reglamento de la Cámara de los Lores -instrumento vital de la gobernanza británica- a fin de que monseñora Lane pueda ejercer su apostólica tarea desde Westminster.

Lane está casada con un cura, como corresponde, y tiene dos hijos, pero tiene tiempo para todo. De hecho, los que más se alegran de su elevación al obispado son aquellos a los que la religión les importa un pimiento. Por ejemplo, Cameron.

Además, los anglicanos, dotados de un sentido pluralista acorde con los signos de los tiempos, ¡oh sí!, han sabido asimilar en su seno las diversas tendencias. Ahora mismo, sus clérigos, sacerdotes y sacerdotisas, se dividen entre los que creen en Dios y lo que no creen. Esos últimos, se llaman modernistas para poder seguir cobrando el estipendio.

En el otro extremo, la retrógrada Iglesia católica sigue vetando el acceso de las mujeres al presbiteriado y al obispado. Es más, la Iglesia de Roma sigue considerando que el único ser digno de 'esencial veneración' era una mujer, Santa María, madre de Dios, que ni tan siquiera llegó a diácona. Y es que Roma continúa en la caverna.

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