El pasado viernes comparecía López Garrido ante la justicia imputado por presunto delito de malversación de fondos públicos. El asunto le está dañando su imagen personal. Pero además, está dañando a un Gobierno que en tres semanas inicia su semestre de presidencia de la UE. Tener a su secretario de Estado de Asuntos Europeos imputado por presunto delito de malversación no es la mejor tarjeta de visita.
Finalmente, Garrido accedió por el garaje. Los periodistas apostados en la puerta de los juzgados se quedaron compuestos y sin novio. Y Garrido respiró: Menos mal que no hay periodistas. Porque mucho peor que comparecer ante la justicia es hacerlo ante la prensa. Esas malditas preguntas Al finalizar la declaración, decidió a última hora no hacer declaraciones y volvió a salir por el garaje. Mala estrategia, porque el abogado querellante del Centro Jurídico Tomas Moro, aprovechó para vender su posición. Temer a la prensa es malo. Ignorarla, es peor.
Con todo, de su declaración hay varios asuntos que cabe analizar. En primer lugar, ¿por qué acudió protegido y amparado por el Abogado General del Estado. La misma estrategia que la seguida por De la Vega con el asunto del empadronamiento presuntamente ilegal de Benaixida. ¿Se juzga al secretario de Estado o al individuo particular? Parece que más bien lo segundo.
Y sobre todo, después de que el PSOE ha acuñado la doctrina de que imputación es igual a dimisión, no se entiende por qué en este caso se hace una excepción. Se afirma que la querella es falsa y realizada por una asociación ultramontana. Pero el juez ha observado indicios racionales de criminalidad. Y se trata de un juez que en la vista parecía dispuesto a ponérselo fácil al secretario de Estado. Ergo
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12/12/24 19:13