Leña al mono, hasta que hable inglés. Esta parece ser la consigna. Así que las juventudes del PSC ya saben, el indicador adelantado de lo que piensan sus mayores- justifican la agresión al secretario general del PP porque es una persona que desprecia a Cataluña. Y eso, claro no se puede permitir. Conviene responder con contundencia ante semejante afrenta.
Y es que en el fondo, en el ambiente cultural catalán, los etarras son unas ovejas descarriadas con las que hay que dialogar, pero los verdaderos demonios, son los populares, con los que el diálogo es imposible si no es con un palo. Por eso ningún partido político se solidarizó con el PP cuando quemaron sus sedes con ocasión de la guerra civil. Y por eso consideran democrático pactar que nunca jamás pactarán con los populares. Ante notario, si hace falta.
Por si fuera poco, la chavalería socialista catalana critica el exceso de la Guardia Civil en repeler los altercados. Porque los picoletos impidieron el libre ejercicio de la libertad de expresión. Y es que es lógico, si me siento despreciado, tengo que responder. Si encima llega la Benemérita y no me deja expresarme como quisiera, pues me quejo. Eso sí, si las cosas se ponen feas en lo que a seguridad se refiere, que venga alguien, aunque sean picoletos. Todo coherencia. Y democracia, mucha democracia, como la de los okupas que impidieron la celebración de una cumbre europea en Barcelona. ¿Existe autoridad?
Sin embargo, la actitud del número 1 de los socialistas catalanes y candidato a la presidencia de la Generalitat, José Montilla, ha sido bien distinta. El primer secretario del PSC ha ordenado la expulsión "fulminante" del cabecilla de los gamberros, y responsable de las Juventudes Socialistas de Martorell, Jordi López Forn, bajo el argumento de que el PSC "no acoge a nadie que no respete" las libertades democráticas.