Sr. Director:
Hace unos días, la Organización de Cooperación Islámica (OCI), emitió un comunicado en el que afirmaba que las atrocidades cometidas por los "yihadistas" en Irak no tenían nada que ver con el islam.
Era la primera vez que esta organización, que agrupa a los jefes de Estado de todos los países musulmanes, se pronunciaba en contra de las prácticas llevadas a cabo por el nuevo Califato proclamado en el norte de Irak.
En las ciudades ocupadas, estos asesinos se dedican, desde hace semanas, a decapitar y crucificar cristianos y yazidíes, violar a las mujeres, ocupar sus viviendas, invadir sus tierras y dinamitar iglesias. La condena de esta barbarie, sin embargo, no ha dejado de ser poco más que un gesto de cortesía de la OCI hacia los países occidentales, en la medida que de las palabras no se ha pasado a ninguna acción práctica, como puede ser una predicación sistemática en todas las mezquitas del mundo en contra del yihadismo como práctica habitual basada en el Corán. Más aún, en buena parte de esas mezquitas, sobre todo en las del Cercano Oriente y parte de África, proliferan los imanes y predicadores que fomentan el odio a todo lo que es occidental.
Pedro García