La Sociedad General de autores de España (SGAE) no es la única institución comisionista de la propiedad intelectual, pero sí la más conocida, entre otras cosas porque empezó a atemorizar a todo tipo de colectivos antes que nadie, y aún hoy es el que intimida y atemoriza con mayor autoridad: con la autoridad judicial.
Ahora acaba de lograr otra victoria en Sevilla. Agentes secretos de la SGAE se colaron en un banquete de bodas (se desconoce si adujeron representar al novio o a la novia) y grabaron los bailables de la fiesta. Acto seguido, se fueron al juzgado y denunciaron al local, que naturalmente había emitido cualquier canciones de, pongamos por caso, Julio Iglesias o los Chunguitos, sin pagar el correspondiente óbolo a la SGAE. Y no se crean que la SGAE se avergüenza de sus prácticas. Por el contrario, se encarga de contar sus hazañas en los medios informativos. Lo de menos es que Julio Iglesias o los Chunguitos estén apuntados a la SGAE. La SGAE cobra, y nadie tiene derecho a inspeccionarle cómo reparte lo cobrado.
En Madrid también hay causas abiertas, el celo profesional de los agentes secretos de Teddy Bautista llega a más: Dos de ellos, chico y chica, aunque a lo mejor ahora se disfrazan de contrayentes gay, acuden a un restaurante o salón de bodas y dicen que quieren casarse y preguntan si la música será en directo o enlatada. De esta forma, saben inmediatamente contra quién tienen que querellarse.
Con la ministra de Cultura del Gobierno Zapatero, la SGAE tiene barra libre. Todo con tal de defender a los creadores, o al menos a los intermediarios.
Se cuenta que un agente de la SGAE se encaró con un taxista, que amenizaba sus horas al volante con un CD, dado que se trataba de un servicio público. Por ahora, no existe ningún taxista denunciado pero desde Hispanidad aconsejamos no llevar el casete muy alto por la calle: puede entenderse que estamos emitiendo música sin pagar derechos de autor, momento en el que los esforzados agentes antipiratería actuarán en tiempo y forma, como es su derecho y su deber.