No hay duda que las palabras del cardenal Herranz, con denuncia del fundamentalismo laicista y anticatólico en España, han puesto el dedo en la llaga. Negarlo, como hace el PSOE, no tiene ningún sentido, puesto que por sí solos los hechos nos lo muestran a las claras: El matrimonio homosexual, el divorcio-express, la enseñanza de Religión en las escuelas, el cuestionamiento de los Acuerdos entre el Estado español y la Santa Sede
Por si no es suficiente, el gobierno socialista va a elaborar en los próximos meses un Estatuto de Laicismo con el que pretende, dicen garantizar la aconfesionalidad y laicidad del Estado.
En este contexto habrá que recordar que laicidad no es igual a laicismo y que fue el cristianismo quien introdujo en Occidente la separación entre Iglesia y Estado. Fue el cristianismo quien liberó a las conciencias de la sumisión al poder. Por supuesto que con errores, los hubo y los seguirá habiendo. Pero la libertad de la que se vanaglorian ciertos progresistas nace del cristianismo. Al proclamarse una verdad absoluta, reconocible por todos, el poder del Emperador -en lo político- y los caprichos del individuo -en lo ético- se convirtieron en relativos. Démosle la vuelta a la tortilla, suprimamos la verdad, y habremos caído de nuevo en el totalitarismo. Eso es el fundamentalismo laicista al que desgraciadamente nos llevará el estatuto de laicismo.
Jesús D. Mer Madrid
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