Los maridos deben amar a sus mujeres como a su propio cuerpo. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama, y nadie aborrece jamás su propia carne, sino que la alimenta y la abriga como Cristo a su Iglesia. Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán dos en una carne. Efesios 5, 28-33.
Hago esta introducción del Nuevo Testamento, porque he oído al coordinador de Izquierda Unida, atribuir la violencia contra las mujeres a la tradición judeo-cristiana. Probablemente se ha inventado este comentario ante la gran Fiesta de la Familia, que está prevista para el próximo domingo en Madrid.
También demuestra el señor Cayo Lara con estas palabras algo más que ignorancia al no reconocer que ha sido el cristianismo quien ha educado y establecido la igual dignidad de hombre y mujer en nuestra cultura, así como el valor sagrado de toda vida humana. En todas las Estadísticas tanto del Instituto Nacional, como el de la Mujer, se pone de relieve que la violencia contra las mujeres es más frecuente en parejas no casadas o entre parejas que han roto su relación. Los datos son suficientemente reveladores para que monseñor Reig Pla, haya afirmado con toda razón, que el matrimonio es un auténtico antídoto contra la violencia.
Ni que decir tiene, las palabras de Cayo Lara además de insultantes caen en saco roto.
Elena Baeza