La discográfica EMI se apunta a la tendencia occidental de la deslocalización industrial. Dejará de producir en Europa y Estados Unidos para centrarse en los países de bajo costo, especialmente China, un país con capacidad de equiparar los estándares de calidad a precios sensiblemente más baratos. La medida provocará el recorte de 1.500 puestos de trabajo y una reducción de costes de 75 millones de euros al año.
Además, la compañía anuncia el recorte de un 20 por ciento de los artistas promovidos por la discográfica. Obviamente, se quedarán fuera los que produzcan menor tirón comercial. "Al concentrar nuestros esfuerzos en reducir el número de artistas, aumentaremos nuestra generación de ingresos, mientras disminuyen nuestros costes", asegura el presidente ejecutivo de EMI, Alain Levy, aplicando los principios de Dilbert.