El verano pasado trabajé como voluntaria en una asociación neoyorquina de ayuda a la mujer embarazada. Durante mi estancia allí, conocí a las llamadas pro-choice, (en castellano: pro-elección). Sonaba bien. La libertad es la facultad que nos hace capaces de elegir. La elección será más libre cuanto más se ajuste a la realidad la información que se tiene en cuenta antes de tomar una opción.
Teniendo esto en cuenta, enseguida me percaté de que las pro-choice, de pro-choice sólo tenían el nombre. Rompieron nuestros folletos, nos impidieron acercarnos a las chicas embarazadas a las que pretendíamos ayudar, nos dirigieron malas miradas y palabras amenazantes. ¿Qué mostrábamos en nuestros folletos para que reaccionaran así? Las consecuencias físicas y psíquicas de un aborto, el crecimiento del feto semana tras semana, y algunas fotos de fetos que ilustraban el desarrollo del bebé.
Isabel Martínez ha afirmado: Unas fotos de fetos no son información objetiva, son pura coacción. Señora, se equivoca. Esas fotos muestran la realidad tal como es, no hay sentimentalismos, no hay poesía, sólo la simple, viva y palpitante realidad. ¿Cuál es el problema de mostrar unas fotos así? ¿Tal vez que ojos que no ven, corazón que no siente?
Lucía María Martínez Alcalde