El pasado mes de octubre, la agenda del Consejo de Ministros incluía una proposición de ley de artículo único para trasponer una directiva comunitaria relativa al sector del gas. La propuesta salió de la agenda y -curiosamente- volvió a entrar este lunes, el mismo día en que se conocía la OPA de la alemana E.ON sobre Endesa.
Al día siguiente, se añade a la agenda del Consejo de Ministros de este viernes otra transposición de una directiva comunitaria sobre el sector eléctrico. También pura casualidad, porque el presidente Zapatero le advirtió al consejero delegado de E.ON, Wulf Bernotat, que el Gobierno aprobaría un marco tarifario que no resultaría favorable para la eléctrica.
En el mercado se descuenta el interés del Gobierno por recortar el precio de Endesa. La están tratando de tirar para abajo señala un analista a Hispanidad. El problema es que el intento no les ha salido bien y que la cotización de Endesa sigue disparada. Sabiéndose la niña bonita va a resultar difícil asestar un golpe regulatorio a Endesa que no afecte a Iberdrola y Fenosa. Lo malo de regular es que se regula para todos.
Por el contrario, el mercado empieza a descontar que el baile de OPAs pudiera colocar el título de la compañía en los 30-32 euros. Si Gas Natural sigue adelante con la operación, como afirma, deberá de subir precio. Y metidos en faena, E.ON entraría en la subasta. Al menos eso es lo que se desprende del interés por Iberia del consejero delegado de la eléctrica germana, Wulf Bernotat. Además, los 27,5 euros ofertados por E.ON deberían de rebajarse dos euros si la OPA no se concreta antes del sábado, cosa harto complicada. Conclusión: Endesa volvería a cotizar a un precio inferior al de la OPA alemana, cosa inviable.
Los accionistas se dejan querer. Los directivos, también, porque pasarían a integrarse al equipo de dirección de E.ON. Pizarro salva el sillón. ¿Quién ganaría? E.ON que reforzaría su proyecto industrial, los accionistas de Endesa que se van a meter un pico con el festival de OPAs y el equipo directivo de Endesa. ¿Quién pierde? Perdería GN que se quedaría compuesta y sin novio. Pero perdería también Iberdrola que se convertiría en objeto de atención de GN.
Perdería el gobierno, que ha estado apostando por una gran empresa española en el sector energético y se ha quedado con la brocha en la mano. Pero sobre todo, perdería España. Porque aunque Bernotat insista en que se garantiza la continuación del proyecto industrial de Endesa, va a ser muy difícil decidir invertir en Canarias cuando el consejo de Administración reunido en Baviera opine que las inversiones en el Este alemán son prioritarias. El efecto sede social existe.