El presidente de Endesa, y ya ex presidente de Ibercaja, Manuel Pizarro, podría haberse quedado otro año más al frente de la entidad de ahorro aragonesa (recordemos  que Pizarro fue presidente de la Confederación Española de Cajas de Ahorro, CECA), pero no ha podido hacerlo. Lo que se ha presentado como una dimisión no ha sido más que un cese provocado por el nuevo Gobierno socialista de Rodríguez Zapatero, y ejecutado por el Gobierno aragonés, asimismo socialista, de Marcelino Iglesias.

 

No sólo eso, sino que no ha sido cesado con muy buenos modos. La izquierda ha presionado a todos los posibles apoyos, especialmente a los indecisos dentro del complicado proceso de elección de cajas. Durante las dos semanas previas al relevo, que se produjo el domingo 30, en fuentes socialistas de Aragón se han escuchado los comentarios más duros sobre quien hasta hace apenas tres meses era un amigo de los populares, sí, pero al que nadie discutía como presidente de Ibercaja. Por ejemplo, se han oído cosas como las siguientes: "No ha hecho nada por Aragón, ni tan siquiera ha sacado adelante la estación de Canfranc". La verdad es que el proyecto ferrocarril pirenaico de Canfranc sólo lo puede realizar, no ya un Estado, sino dos: el español y el francés.