El protocolo que permite a las farmacias negarse a vender la píldora poscoital es un despropósito. Como no podía ser de otra forma, la anterior grosem chorradem corresponde a un editorial de El País. Bueno, sí que podía ser de otra forma: podía haber sido un editorial de El Mundo. Es decir, podría hacer sido una chorrada de la progresía de izquierdas en lugar de otra de la progresía socialdemócrata. 

Si queréis conocer el verdadero sentido de una sentencia, centrad vuestra atención en los verbos. El protocolo que permite. No le gusta a El País tanta permisividad. Para la progresía, que comenzó en el mayo francés prohibiendo prohibir ha terminado cogiéndole el gusto al puritanismo burócrata, a prohibirlo todo: fumar, beber, procrear, etc.

De prohibir a obligar sólo hay un paso, así que El País exige que a los farmacéutico se les obligue (exigir, obligar, los verbos más queridos por los progres) a recetar algo que saben aborto químico, porque la postcoital no es abortiva, en efecto cuando la jovencita no se ha quedado embarazada tras hacer lo que no debió hacer. Si se ha quedado embarazada, sí, la PDD es abortiva.

Es decir, lo que pretende la progresía es obligar a los farmacéuticos a ejercer de verdugos, naturalmente en nombre de la libertad suprema para abortar.

¡Y que viva la libertad!

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com