La poquedad intelectual del zapaterismo queda vigente en esta muerte de los matices, en lo que hemos llamado la democracia nominal: es igual que la Corte Suprema, todo el Parlamento, el propio Partido Liberal de Zelaya, estén contra Zelaya. Es igual que todo el follón hondureño se haya originado en un presidente que quería perpetuarse en el poder. Es igual que los amigos de Zelaya sean los nuevos tiranos hispanoamericanos, con Chávez a la cabeza (la cuenca del Orinoco constituye la reserva probada de crudo más importante del planeta). Por cierto, no se pierdan el presente artículo publicado en la prensa hondureña.
Con la simplicidad propia de la progresía de izquierdas o de derechas, Zelaya es el presidente Constitucional (cesado por el Tribunal Constitucional del país) mientras su compañero de partido, Roberto Micheletti asumía el poder y fechaba las próximas elecciones. Da igual. Moratinos metió la pata en Gibraltar, ahora en Venezuela, que maltrata a nuestras empresas, nuestros propietarios y neutros misioneros. Es como para sentirse protegido.
Eulogio López
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