Y dijo más Carlos Solchaga. Insistió en la tesis del secretario de Organización del PSOE, Pepiño Blanco: el déficit cero se conseguirá al final de la legislatura. Solchaga defiende la vieja teoría de que no se puede ser "dogmático" en este punto. Cuando se trata de "números", nadie ha descubierto todavía cómo no ser dogmático, más que nada porque dos más dos se empeñan, dogmáticamente, en ser cuatro, una y otra vez, pero, sin duda, los socialistas saben a qué se refieren. Sin embargo, lo más gracioso es que Solchaga advirtió, con su formidable ironía navarra, que el presente ejercicio 2004 se cerrará con superávit fiscal. Sin duda, porque el Gobierno Rato ya le ha dejado el camino expedito. Por cierto, ¿saben que es lo que a Carlos Solchaga le sacaba de sus casillas y le hacía mesarse los cabellos cuando (1985-1993) era ministro de Economía? Pues, precisamente, la imposibilidad de controlar el gasto.
Y a todo esto, el único que no habla de política económica es el futuro vicepresidente económico, Pedro Solbes. Hablan los "ex" del PSOE y habla la nueva y novata guardia pretoriana de Zapatero, pero no el interesado. No habla el mismo que ha exigido a Zapatero todo el poder para ejercer el cargo y, principalmente, para lograr el déficit público. Al parecer, entre los veteranos y los recién llegados están haciendo un emparedado de Solbes de lo más prometedor.
Última andanada de Solchaga: respetaremos lo que el PP ha hecho bien (no olvidemos que estaba hablando ante ejecutivos) y mejoraremos la productividad, que es el punto débil de la política económica del PP. Solchaga considera, y en eso las cifras le dan la razón, que la balanza comercial española no camina como debiera, y que el crecimiento se logra a costa de consumo interno y ladrillo. Ahora bien, la productividad es un concepto etéreo, salvo cuando se compite por precios. Entonces sí se entiende, pero esa es otra cuestión.