Un locutor cristiano aseguraba en una radio cristiana que el proyecto de ley de aborto del PSOE, aprobado en Consejo de Ministros, no es sino una cortina de humo. Es posible, pero la teoría de las cortinas de humo, o de gas venenoso, nunca me han convencido, porque si son homicidas pasan a ser más importantes que aquella realidad sólida que pretenden ocultarnos, incluida la crisis económica. Es como decir que el agua no es sino una cortina de humo para apagar el fuego.  

Ahora bien, dicho esto, es cierto que el proyecto de ley de aborto zapatista es menos perjudicial que el felipista de 1985. Y esto porque las leyes de aborto constituyen un fraude de ley, mayormente, la del 85. La norma que promulgara Felipe González no permite el aborto libre durante las 12 primeras semanas sino durante los nueve meses, siempre que haya peligro para la salud psíquica de la madre, es decir, siempre. No era necesario una nueva ley para provocar más abortos sino para imponer una ideología, en este caso una ideología homicida, y humillar toda resistencia. Porque cuando una sociedad cloroformizada permite el asesinato de inocentes sin mover un dedo incurre en degeneración y ninguna tiranía es posible si se enfrenta a hombres libres.

Toda filosofía abortista conlleva un odio a la persona y a la humanidad. El verdadero objetivo del abortista, sea consciente o no, es terminar con la raza humana. De hecho, la profusión de anticonceptivos químicos, píldora abortivas, PDD, dispositivos intrauterinos, etc, todos ellos abortivos, es decir, homicidas, así como la masacre de embriones humanos en tontos experimentos, deberían haber inmunizado a la humanidad contra el sangriento asunto del aborto. Pues no, todos los abortos se multiplican porque con cada uno de ellos no sólo muere el niño sino la conciencia de la madre, de los aborteros y de toda la sociedad silente.

Por ello resulta tan absurda la actitud del Partido Popular. El PP dice apoyar la ley del 1985 pero no la de 2009, un enorme absurdo que demuestra que el PP es tan abortista como el PSOE, y que sus diferencias son puro escaparate. Caso típico: Ana Pastor, ex ministra de Sanidad de Aznar: bajo su mandato, y de ello se enorgullece, siempre que tiene ocasión, comenzó con la masacre de embriones sobrantes de la FIV y Elena Salgado incrementó la barbarie, simplemente para marcar distancias ideológicas con la derecha. La misma Ana Pastor introdujo la píldora del Día Después (PDD) y los socialistas sólo han suprimido el desagradable trámite de la receta para pervertir a más adolescentes. Le llaman  anticonceptivo de emergencia porque casi cuarenta años de aborto no ha conseguido hacer agradable el asesinato del indefenso) y para poder provocar, no ya la muerte de la más niños sino la muerte de más conciencias. Y eso sí que supone un problema político grave.

Eulogio López

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