Zapatero pronostica el fin de la caída del precio de la vivienda. En realidad no se lo cree. Como tampoco se cree que no vaya a haber una recaída económica en los próximos trimestres. Pero lo dice. Quizás porque cree que así la realidad se conformará a su deseo. Como el argumento del ministro Gabilondo: cuando ando, los árboles andan conmigo; cuando me paro, los árboles se paran; pero cuando vuelvo a correr, los árboles también se ponen a correr. Es decir, la realidad se conforma a lo que a mí me parece, lo que yo deseo.
El problema es que Zapatero no es todopoderoso. Lleva vendiendo desde hace dos años que al final de cada año vamos a ver recuperaciones en el empleo. Y no se producen. Y lleva años diciendo que lo peor ha pasado mientras que la actividad se desploma. ZP es como los malos jugadores de mus que se creen que se gana mintiendo mucho. Falso: se gana mintiendo poco y bien. Y ZP ha cubierto ya ampliamente su cupo.
En el caso de la vivienda, Zapatero confía que su mensaje produzca una reactivación del sector que empuje la economía. Pero todo el mundo sabe que la burbuja tiene todavía mucho que purgar y que hasta que eso no se produzca no empezaremos a remontar. ¿Cuáles son los principales frenos para esa reactivación? Los promotores y los bancos -enladrillados hasta las orejas- que se niegan a anotarse la pérdida. Lo lógico. Lo que no es normal es que un Gobierno supuestamente socialista se eche en manos del gran capital.
Andrés Velázquez
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