A pesar de su nacionalidad norteamericana, este thriller protagonizado por George Clooney tiene apariencia de ser europeo. La razón tal vez haya que buscarla en que tanto su guionista, Roland Joffe, como el autor de la novela en la que se basa, el recientemente fallecido Martin Booth, son británicos.
Jack es un asesino a sueldo que acude allí donde requieren sus servicios. Pero, tras una fallida operación en Suecia, debe huir y refugiarse en un remoto pueblecito italiano. Allí, saltándose sus obligadas normas de solitario, entabla amistad con el sacerdote del pueblo y encuentra a una chica tan apartada del resto de la sociedad como él mismo.
Comentaba en el primer párrafo que El americano parece europea, esto se debe a que a que se toma tiempo en contar las cosas, es cadenciosa en su ritmo. Esto no molesta en absoluto salvo en algunos pasajes de la película (como en una escena sexual) que se alargan innecesariamente. Argumentalmente aborda un tema recurrente en el cine negro: la redención a través del amor, aunque el guionista Roland Joffe afirma que lo que intentó fue concebir una especie de western contemporáneo (siguiendo las indicaciones de Corbijn). Sea como fuere, la película interesa pero no acaba de cuajar del todo porque flaquea en sus diálogos lo que se traduce en que no desarrolla demasiado bien las relaciones personales que mantiene el protagonista (esta cuestión se aprecia, por ejemplo, en las esquemáticas conversaciones que intercambia el asesino con el sacerdote del pueblo).
La amarga carga emocional que arrastra la película se beneficia del paraje donde fue rodada: Los Abruzos, una región montañosa (situada al este de Roma) tan agreste como majestuosa, que fue elegida personalmente por el director de la película, Anton Corbijn, anteriormente muy reconocido en el mundo de la fotografía.
Para: Los aficionados al cine que les gusten los protagonistas oscuros...