Entre tanta polvareda se nos perdió don Beltrán. El matonismo de la huelga general de CCOO y UGT nos ha hecho olvidar el origen: la reforma laboral. Una reformita, que no va a crear empleo y que es mínima aunque CCOO y UGT aseguran que resulta máxima.
La reforma laboral que sí crearía empleo pasa por la ecuación despido libre frente a salarios dignos. El empresario no es un malvado que disfruta despidiendo trabajadores con semblante sádico: es un señor que contrata cuando lo necesita y despide cuando no le salen las cuentas. Lo que hay que pedirle al empresario es que pague salarios dignos y que satisfaga los impuestos que posibilitan el mantenimiento de las pensiones del subsidio de paro, que debe reducirse.
Es el salario mínimo el que enraiza la escala retributiva. Si se quiere que los trabajadores acepten el salario mínimo y la necesaria reducción del subsidio de empleo (reducción temporal) hay que situar el salario mínimo interprofesional -hoy no alcanza los 700 euros) por ocho horas de trabajo en los 1.000 euros (netos).
A cambio, hay que reducir los impuestos laborales, que son muy elevados en España para el empresario. Y cambiar esas cuotas a la Seguridad Social por impuestos al consumo. Es el famoso cuotas por IVA. Y ahora es el momento, porque la crisis ha provocado deflación. De otro modo, a un paro del 20% seguiremos uniendo una economía sumergida del 20%, que es lo que tenemos hoy en España. Es más, cabe la posibilidad de que reduciendo sustancialmente, incluso suprimiendo las cuotas y otros aditamentos de la nómina, la vergonzosa economía gris tendiera a desaparecer. Y, además, no estaríamos, como estamos ahora, perjudicando la competitividad española y financiando puestos de trabajo en el exterior. ¿Que el IVA es un impuesto difícil de controlar? Sí, pero es que los impuestos no deben promulgarse por su eficiencia recaudatoria sino por su justicia social.
Esto es una reforma laboral: no es la que quieren los sindicatos pero sospecho que sí la querrían los trabajadores. Si al asalariado se le pagara dignamente y no se le obligara a trabajar en la economía sumergida o en el pluriempleo para sacar adelante a su familia, no tendría ningún problema en que le redujeran el tiempo de subsidio y en que le pudieran despedir cuando lo consideraran conveniente. De hecho, a los únicos que no puede gustarles este sistema es a los vagos. Lo que propongo es el sistema norteamericano y recuerden que, a pesar de la crisis financiera, de la nefasta política económica de Obama, que ha llevado a EEUU a un desempleo máximo, resulta que tiene la mitad de paro que nosotros (10 frente a 20%).
Eulogio López

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