Sr. Director

El pasado martes hubo que posponer por segunda vez por falta de quorum el debate para aprobar la despenalización total del aborto en Brasil por cualquier causa y en cualquier estado de gestación. Y en Colombia, la Corte Constitucional desestimó una demanda similar por no encontrar argumentación suficiente en la propuesta.

Pienso que no debe ser fácil para ningún político, sea del país que sea, abrir el grifo a una violación de los derechos humanos tan injusta como acabar con vidas humanas en el interior del seno materno, aunque sea con la presión económica de fundaciones de ayuda al desarrollo que promocionan una salud sexual mal entendida y la necesidad de buscar una solución a los continuos abusos que sufren tantas mujeres en esos países.

Sin embargo, la solución nunca puede ser acabar con la vida del más débil y menos aún facilitarlo hasta la despenalización total porque, contrariamente a lo esperado, se multiplicarán esos abusos, el daño psicológico que supone el aborto para la madre, la banalización del sexo y la destrucción de la familia, que es el lugar donde naturalmente deberían nacer y educarse los nuevos miembros de la sociedad. Además, no debe de ser fácil cargar en la conciencia con el peso de las miles de muertes que esa despenalización causará. Hay otras voces que los políticos deberían escuchar ¿por qué si no hay redes de ayuda a la mujer embarazada e incluso gente que se reúne los 11 de cada mes para mostrar al mundo que sí hay alternativas al aborto?

Begoña Cal

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