Ya es grave que cuando Francisco González se quedó como presidente único el BBVA valiera más que el Santander y que ahora, ocho años después, el banco de Botín valga 84.000 millones de euros mientras el BBVA se queda en bastante menos de la mitad: 39.000. Lo malo es que la acción languidece y que la tendencia que describen los analistas es a la de un título que parece muerto.
Varios son los motivos. El primero, que el BBVA ha fracasado en su aventura norteamericana y europea y que se ha quedado como un banco hispano-mexicano. Se acusa a FG de no haber aprovechado el momento de baratura bancaria para comprar. De hecho, en Europa y Estados Unidos (por ver esta última dimitió Ignacio Sánchez Asiaín, hoy en BBK), su aventura se ha convertido en un verdadero desastre.
La segunda es la manía de FG es eliminar todo talento que pueda hacerle sombra: el cese, que no salida, del consejero José Ignacio Goirigolzarri y su sustitución por Ángel Cano, de escasa experiencia bancaria, así como el despido fulminante de uno de los mejores estrategas con los que contaba el BBVA, José Sevilla -éste a petición del propio Cano- ha acelerado el lento declinar de la acción.
Pero el asunto viene de atrás. En octubre de 2008 el Santander realiza una serie de ampliaciones, tanto en la matriz como en las filiales, hasta un 30% del capital social. Pues bien, 18 meses después el grupo que preside Botín ya ha recuperado la distancia con el liderado por FG. Pero si hay que buscar un punto de inflexión de los desencuentros de FG y su equipo con el mercado, habrá que encontrarlo en la reunión de resultados con analistas y periodistas. Con ésos últimos, FG y se mostró muy tenso, pero aún peor fue en la reunión con el mercado. Entre él y Cano se armaron un lío con el riesgo inmobiliario, que cifraron en 14.000 millones de euros cuando realmente se llevaba a 30.000. Algunos se sintieron engañados y otros ofendidos por la impericia de los dos máximos gestores del BBVA. No, la del próximo viernes 12 va a ser la peor Junta del BBVA de los últimos años. Está claro que el mercado no cree en FG ni en Cano.
Y luego llegamos al pitorreo de las filtraciones del lunes. Varios medios, con entrecomillados, nos anuncian que el señor FG (65 años) debe quedarse otros cinco, hasta los 70, porque su liderazgo resulta imprescindible. Ese es el tipo de cosas que hasta se pueden pensar pero nunca se deben decir. Sobre todo cuando acaba de librarse de su primer ejecutivo de prestigio de 50. Y, por si fuera poco, los sindicatos están de uñas: se externalizan servicios y se prejubila al talento pero el equipo directivo del BBVA no pasa apuros a fin de mes. El presidente cobró en 2009 5,5 millones de euros y acumula una pensión de 80 millones de euros.
Eulogio López
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