Que quede claro que cada cual es libre de perder su tiempo como mejor le plazca.
Los hay que siguen los resultados de la 2ª División del fútbol lituano. Otros coleccionan títulos de programas de televisión, e incluso algunos vamos pertrechos con la cámara digital, hasta para echar la basura en el contenedor (soterrado, eso sí).
Ahora bien, lo del jalouin no tiene nombre. Bueno sí, pero yo lo he castellanizado como mejor he podido. El entontecimiento es casi general y lo que empezó siendo un reclamo de pretexto discotequero se ha mutado en seña de identidad de muchos jóvenes que destierran al Tenorio por una cutre calabaza, y la dignidad de un camposanto es engullida por las películas de serie B de tomatina y dentadura con poco pegamento marca Corega.
Y tamaña aculturización merece una reacción con categoría, comprensión y sentido del humor. Pues eso, si pegan en tu puerta, regala huesos de santo (aunque sean mucho más caros y quizá no le gusten a los niños globalizados).
Además, recupera la tradición de las lamparillas de aceite, que no se quedan sin batería y siempre tienen cobertura divina.
Dediquen una tarde con sus hijos a recortar algunas fotos o dibujos de santos y péguenlos en sus puertas. ¡Ah! y esto se puede unir con algunas frases del inmortal Zorrilla, como la de Don Juan y Doña Inés, mucho más educativas que el patético truco o trato.
José Manuel Leiva