En Trípoli, donde vive casi una cuarta partes de todos los habitantes de Libia, hay una sola Iglesia católica -San Francisco-. Durante la revolución del coronel Gadafi, el régimen se apropió de todos los templos cristianos, que convirtió en centros islámicos. Dichos templos eran el producto del paso de españoles, franceses, italianos, ingleses y de las petroleras norteamericanas- por aquel país. La antigua catedral de Trípoli es hoy la más hermosa mezquita de la capital. Y no estamos hablando de hace quinientos años, sino de hace menos de cincuenta. Y no es que Gadafi fuera un fundamentalista: su libro verde es una mezcla de islamismo, marxismo y feminismo, por lo menos a la manera oriental, quiérese decir que no es comparable el caso libio con el póngase por caso, el saudí, iraní o paquistaní.
Sin embargo, la vida en Libia no es fácil para los cristianos. En todo el país existe un solo obispado, en la capital, que en la actualidad ocupa monseñor Giovanni Martinelli, un entusiasta italiano que ha convertido la parroquia, la única parroquia de la capital, en un verdadero centro plurinacional, donde se oficia misa en seis idiomas. El mismo recinto alberga a misioneras de la caridad, franciscanos, clero secular y sigan ustedes contando. Todo ello en una especie de libertad vigilada que es lo más a lo que los cristianos pueden llegar en los países islámicos a pesar de que los musulmanes gozan de total libertad en el Occidente cristiano. Por ejemplo a pesar de ser Libia uno de los países más liberales dentro del universo islámico, si un musulmán se convierte al cristianismo en la propia parroquia de San Francisco le aconsejan que abandone el país. Por ejemplo, puede incluso aceptarse que un musulmán se case con una cristiana y que ésta, mal que bien, siga practicando su religión; pero lo contrario, un cristiano con una musulmana es absolutamente impensable. Ni qué decir tiene que en los matrimonios mixtos la educación de los hijos será siempre en los preceptos del Islam.
En resumen, no existe la reciprocidad entre el Islam y el cristianismo, el concepto de libertad religiosa simplemente no existe entre los seguidores de Mahoma. Y al igual que las relaciones comerciales se basan en ese concepto -reciprocidad-, la Alianza de Civilizaciones del presidente del Gobierno español debería apoyarse en eso mismo : la libertad religiosa de ida y de vuelta. Pero para mí, que Zapatero no está pensando en eso.
Eulogio López