Estaba prevista para el final de la presidencia española pero la crisis de Gobierno puede anticiparse; de hecho, se está produciendo ya, porque el Ejecutivo Zapatero se resquebraja por momentos. La popularidad del presidente se encuentra más baja que nunca. La descoordinación es cada día más evidente. El secretario de Estado de Hacienda, Carlos Ocaña, es desautorizado por la vicepresidenta primera, Teresa Fernández de la Vega, a cuento de los funcionarios. La 'vice' se permite sacar del congelador la Ley de Libertad Religiosa que José Antonio Alonso colocaba delicadamente en la nevera. Zapatero prescinde de De la Vega para la Comisión anticrisis y saltan las alarmas. Para colmo, el lío de los sueldos de los funcionarios ha puesto en evidencia la confrontación entre la vicepresidenta económica, Elena Salgado, y la 'vice' Vega. Los enfrentamientos se han hecho públicos aunque Ocaña no se sienta desautorizado. Y Zapatero ya se ha cansado.
Para colmo, la reproducción en El País del diálogo de la Comisión anticrisis entre el PP y el PSOE pone en evidencia que quien llevó la voz cantante fue Pepe Blanco, no Salgado. La 'vice' económica se encuentra desautorizada. Quizás haya sido eso lo que ha precipitado el cambio de caballo comunicador. Nieves Goicochea (SER) ha sido sustituida por el director del diario Público, Félix Monteira. Todo un cambio. Será Jaume Roures y no Juan Luis Cebrián, aunque Monteira procede de la PRISA felipista, quien dirija la política informativa. Zapatero está cansado de los problemas de comunicación y de la descoordinación del Gabinete. Exactamente, de las competencias de De la Vega, caída en desgracia.
De hecho, las dos vicepresidentas están de capa caída y las dos figuras emergentes no han alcanzado ese grado: Se trata del titular de Fomento, José Blanco y del de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba. Y del segundo, hombre del felipismo, ZP no se fía. Para ser exactos, ZP sólo confía en su círculo físicamente más próximo: el jefe de Gabinete de Presidencia, José Enrique Serrano y el secretario general de La Moncloa, Bernardino León.
Hay más problemas. Bibiana Aído espolón intelectual el Gobierno, tuvo que prescindir de su directora general de Mujer. No es el primer cambio en su joven Ministerio. De la Vega prescinde de su secretaria de Estado de Función Pública, Carmen Gomis. Garmendia despide a Carlos Martínez, el ministro en la sombra de I D i que hasta entonces había sido el secretario de Estado de Investigación.
Para colmo, Campa siente envidia de su antecesor, David Vegara y empieza a hacer las maletas. Su viaje a Estados Unidos no fue para convencer a los americanos de las bondades de España, sino para incrementar el tarjetero y hacer networking que es para lo que entró en política. Siempre se ha sentido como un pulpo en un garaje, pero cada día se siente más incómodo entre tanta mediocridad. Así que ya anuncia a sus íntimos su salida. El otro secretario de Estado, Ocaña, se siente cada día más incómodo con una vicepresidenta que no pinta nada y que tampoco le escucha. Pero Ocaña, como leal funcionario, aguanta el chaparrón.
Por cierto, la cuota PSC anda escondida. La catalana Carme Chacón debajo de la mesa y el titular de Trabajo, Celestino Corbacho, no cree en el pensionazo que se le obliga a vender.
Además, Zapatero, que esperaba remontar su popularidad con la presidencia de turno, se encuentra cada día más fuera de juego. Está aislado internacionalmente. Y ante la evidencia de la colaboración de Venezuela con ETA, Moratinos se limita a pedir información al Gobierno Chávez en lugar de explicaciones. Lamentable.
El Gobierno Zapatero se cae a trozos. Las mentiras de ZP no se las cree ya nadie. El presidente se ha quedado sin conejos en las chisteras. Los ministros se sienten incómodos de ser tratados como subsecretarios y el 'carajal' cunde cuando nadie sabe quién manda y cómo recolocarse. Ha estallado una crisis que estaba prevista para después de la presidencia de la UE. Y quizás por eso a Salgado le falla el subconsciente y afirma que la sustitución de Goicoechea por Monteira no es una crisis. ¿No? Entonces, ¿qué es?