Un mes de Gobierno Sánchez y una obsesión: derribar la cruz de Cristo.
En un programa de profundas tertulias de la Sexta (grupo Atresmedia), donde se entrevistaba a uno de los enterradores de Franco, un tertuliano llegó a comparar el Valle de los Caídos con Auschwitz, el mayor campo de exterminio nazi, cercano a Cracovia. Por cierto, un tertuliano que no dejaba de hablar de la necesaria reflexión interior ante la barbarie. Esta es la España de Pedro Sánchez.
En este caldo de cultivo mediático, que no representa a la mayoría del pueblo español pero que es considerado como su ‘opinión pública’, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, lo tiene claro: hay que repetir la etapa Zapatero, caracterizada por un pacto de sangre con el gran capital, una gestión económica de tintes capitalistas –que no liberales- y, al tiempo azuzar a las masas contra la Iglesia porque el ambiente anticlerical -y lo que es peor, cristófobo- así lo recomienda y propicia.
Los restos de Franco son sólo un símbolo: el objetivo es la cruz
Traducido: el sectarismo cristófobo tiene éxito en la España de hoy, donde un cementerio y una basílica construidos para la reconciliación entre las partes, se haya convertido a los ojos de muchos en algo comparable al mayor campo de exterminio de Hitler, doctor Mengele incluido.
De ahí que la medida más llamativa en un más de Gobierno Sánchez haya sido la promesa, muy solemne, de sacar los restos de Franco (me recomiendan que no hable de huesos por aquello de la momificación del cadáver) del Valle de los Caídos, acompañado de otro que convierta lo que es una basílica católica en un parque de la memoria (buena memoria) y de paso, objetivo primero y último, derribar una de las cruces más altas del mundo, visible desde toda la sierra de Madrid y que es, digámoslo de una vez, lo que no soporta el Gobierno y sus ‘confluencias’: la enorme y muy visible cruz de Cristo, sita en el Valle de los Caídos.
Pedro Sánchez sigue los pasos de Zapatero: pactar con el gran capital y azuzar a las masas contra la Iglesia
Conclusión: los ataques a los católicos por parte del gobierno Sánchez y sus aliados no han hecho más que empezar. Es su seña de identidad. Los restos de franco o de Primo de Rivera sólo son una anécdota: lo que quieren es derribar la cruz y derribar a la Iglesia, que es mucho más que sus obispos.
Y es que cuando se alienta a las masas con demagogia ocurre lo mismo que cuando sacas los soldados de los cuarteles: es muy difícil volver a meterlos en ellos. Cuando sacas a las masas a la calle se acostumbran y luego es muy difícil que regresen a la vida ordinaria: hogar, trabajo y amistad. No se encuentran.
El problema de sacar las masas a la calle es volver a meterlas en casa
De hecho, Cada vez se percibe más claramente el carácter masónico del nuevo Ejecutivo. Y de la peor masonería, la de corte irregular o simbólica, la que lleva por bandera el panteísmo ‘new age’ del Nuevo Orden Mundial (NOM), cuyo enemigo principal, y único, es la Iglesia. Esto es, el Cuerpo Místico de Cristo.