Antonio Brufau es presidente de Repsol desde el 27 de octubre de 2014, cargo en el que seguirá hasta 2023
Repsol ha presentado los resultados del primer semestre de 2020. Malos, como todos esperábamos, por la fuerte caída de su cifra de negocios en comparación con la de igual periodo del año anterior como consecuencia de la crisis del Covid-19. En concreto, la cifra de ventas se ha reducido en un tercio (-33,6%) y el beneficio en un 320%, hasta los 2.517 millones de euros (M€) de pérdidas frente a los 1.145 millones de beneficio de igual periodo de 2019, y es que sólo en este segundo trimestre, el grupo refinero ha perdido 2.000 M€ cuando en el mismo periodo del año anterior obtuvo beneficios de 528 M€.
Este análisis del segundo trimestre de 2020 nos da mejor idea de la magnitud de la catástrofe: los ingresos han caído un 52,7% si los comparamos con el mismo trimestre de 2019 y el resultado de explotación un 239%, de modo que ha pasado de ser positivo (842 M€) a negativo (1.173 M€). Al menos, el coste de aprovisionamiento le ha dado un respiro porque ha caído más proporcionalmente que los ingresos (-59,5%) como consecuencia de la bajada de los precios del crudo.
El coste de aprovisionamiento le da un respiro al caer más proporcionalmente que los ingresos (-59,5%) como consecuencia de la bajada de los precios del crudo
Lo peor es que el negocio casi no genera caja (91 M€) en este primer semestre, cuando el año anterior lo hizo abundantemente en el mismo periodo (2.767 M€). El grupo, pues, se ha visto obligado a desinvertir en términos netos y a generar liquidez, cuando antes estaba claramente como inversor. En la misma línea de generación de liquidez, en este periodo enero-junio de 2020 se ha endeudado en términos netos cuando el año anterior, para iguales fechas, amortizó deuda. Así las disponibilidades líquidas de la compañía han aumentado en un 77,4% en los últimos seis meses. Repsol, como tantos otros grupos, está en una política, acertada, de atesoramiento de liquidez para poder atravesar la travesía del coronavirus.
Así el balance se ha vuelto más ligero: ha reducido su tamaño, ha aumentado la liquidez, como apuntábamos antes en detrimento de la inversión fija y la circulante, y por el lado del pasivo ha reducido el mismo cuando es a corto plazo en favor del largo plazo. En cualquier caso, el incremento neto del endeudamiento no es preocupante y es totalmente comprensible en la situación actual.
La solvencia, como consecuencia de las fuertes pérdidas, se ha deteriorado en un nada desdeñable 9% en un semestre
La solvencia, como consecuencia de las fuertes pérdidas, se ha deteriorado en un nada desdeñable 9% en un semestre. Todavía en este semestre el grupo ha devuelto recursos a los accionistas en forma de dividendos y recompras por casi 400 M€. Esta política, imaginamos que se suspenderá, a la vista de la situación, porque las pérdidas que ha experimentado Repsol no son de las reversibles, salvo por la valoración de las participadas y en una parte de dicha valoración, y han castigado mucho, insistimos, su solvencia.
No podemos extrapolar los resultados de dos trimestres tan atípicos, especialmente el segundo, a la marcha del grupo en su conjunto ni creemos que podamos desearle a Repsol otra cosa distinta a que esto acabe pronto. En cualquier caso, el mercado no se ha tomado mal estos resultados y la acción ha caído un 1,17% el pasado jueves con un Ibex 35 plano, y ha empezado con una caída similar la sesión de este viernes (-1,19%).