Llevamos demasiado tiempo haciendo demasiado caso a los separatistas catalanes.
Enric Juliana es un gran periodista catalán. De La Vanguardia. El pasado miércoles nos sorprendió con un titular que no era nuevo pero sí sorprendente en él: “Catalunya no tiene solución”.
Un gran artículo que solo introduce una pifia cuando alaba la insensatez de Zapatero, que no sólo troceó España sino que troceó el alma de España, al introducir el homomonio y re-introducir el cainismo.
La segunda, porque el defecto del catalán es su narcisismo
Mi tesis es paralela a la de Juliana. Como ven, en Hispanidad no hacemos mucho caso del problema catalán, convertido en portada permanente de los medios desde hace más de tres años. Y esto por tres razones:
1.El problema catalán no tiene solución, como asegura Juliana, aunque ya lo recordaba Ortega y Gasset durante la II República. Y si no tiene solución hay que concluir dos cosas: que no conviene prestarle demasiada atención y que ha dejado de ser un problema… dado que no tiene solución. ¿Para qué preocuparse?
2.Los catalanes tiene grandes virtudes, por ejemplo la creatividad, y un gran defecto, el narcisismo. Les encanta ser el centro de atención de la actualidad española. Y el narcisismo no se combate, se ignora, porque no es un defecto intelectual sino moral: una derivada estrambótica de la vanidad humana.
3.Lo más importante. El problema catalán no es de independentismo: es una crisis moral profunda de un país cristiano como España que ha abandonado a Cristo. La crisis de fe, crisis moral profunda, no afecta sólo a Cataluña, sino al conjunto de España. Lo que ocurre es que en Cataluña adopta una actitud separatista. El separatista piensa que España está en decadencia y quiere apartarse de la decadencia. Y en eso está en lo cierto. Ahora bien, la solución no es separarse del decadente porque la crisis moral española es la misma crisis moral catalana.
La tercera, porque la crisis de fondo no es secesionista, es moral… y afecta a toda España: se llama descristianización
Nunca se extinguiría el problema catalán, pero se puede sobrellevar. Es más, tras años de aparente ruptura, la conclusión sobre el independentismo catalán sigue siendo la misma: en Cataluña no pasará “res de res”, nada de nada. Pero ¡cuán latoso resulta el procés! Porque no se puede solucionar, solo sobrellevar.
Créanme, con los líderes secesionistas en cárceles madrileñas o catalanas… lo importante para ‘solucionar’ el problema catalán consiste en no hacerle demasiado caso.