La utilización de los drones como armas de ataque es el eje argumental de este thriller trepidante que se desarrolla durante un solo día. Una  coronel británica localiza en Kenia, tras seis años de perseguir su rastro, a una compatriota convertida en una destacada terrorista. Mientras las fuerzas especiales se acercan al objetivo, varios drones espías descubren que están equipando a dos suicidas para cometer, de forma inmediata, sendos atentados. Esta percepción modifica la misión de captura en asesinato. Pero cuando el piloto del dron se dispone a lanzar un proyectil dirigido al piso franco, una niña pequeña, de apenas 9 años, se pone a vender pan en la zona que sería arrasada por el ataque… Con gran inteligencia Gavin Hood, que es el guionista y director de esta película, lanza en pleno rostro al espectador dos preguntas: ¿qué se gana realmente al usar esos drones?, y ¿cuándo y qué consecuencias se derivan de usar esa tecnología? Todo ello enmarcado en un relato con instantáneas humanas que realmente conmueven; como la inocencia de esa niña musulmana a la que su padre ha enseñado a leer y escribir a escondidas de los fundamentalistas o esos dos militares para quienes las órdenes no están por encima de sus convicciones más profundas. Este largometraje británico engancha desde la primera escena, a lo que se añade que se ha contado en el reparto con grandes estrellas de esa cinematografía como Helen Mirren o Alan Rickman (el inolvidable profesor Snape, en la saga de Harry Potter, en su último papel ante la cámara antes de su fallecimiento). Al fondo de todo esto, los retos de la guerra moderna y el peligro que encierra que el enemigo que tenemos enfrente contemple a los occidentales como unos infieles a los que hay que abatir. ¡Qué miedo! Para: Los que quieran ver una película inteligente a la par que apasionante Juana Samanes