De vez en cuando agrada contemplar comedias amables, en este caso con toque fantástico, herederas del optimismo que destilaban las películas de Frank Capra. Max Simkin se encarga de reparar zapatos en Nueva York, en la misma tienda que ha pertenecido a sus familiares desde hace décadas, quizás por ello se siente frustrado y cree que su vida es aburrida y sin sentido. Hasta que un día descubre, con sorpresa, que la máquina centenaria de coser que tiene en el sótano logra la magia de que, al calzarse los zapatos arreglados de otros, adoptas su fisonomía. Lo que al principio le supone una diversión, y una forma de cumplir algunos sueños, acaba también metiéndole en líos… En esta comedia blanca, que realmente es un bonito cuento, el protagonista sólo se encuentra bien consigo mismo, y en sus zapatos, cuando intenta hacer felices a los que le rodean, empezando por su anciana madre. El director Tom McCarthy (responsable de la magnífica y positiva The Visitor) es también el responsable del guión de esta película que tiene un logro verdaderamente encomiable: ha conseguido que el incombustible Adam Sandler no resulte tan irritante como es habitualmente en las películas que protagoniza. Para: Los que les gusten los cuentos Juana Samanes