El polifacético actor y director Kenneth Branagh ha sido el encargado de trasladar a la gran pantalla esta popular novela de Agatha Christie. Su adaptación no decepciona. Había mucha expectación, y también algo de recelo, ante este remake pero el resultado es satisfactorio debido a que las escasas licencias narrativas sobre la obra clásica se traducen en más hondura dramática. Publicada en el año 1934, Asesinato en el Orient Express cuenta con el ingenio y el suspense propios de las novelas protagonizadas por el famoso detective belga a lo que se suma el glamour, debido a que casi todo su desarrollo transcurre en este fabuloso ferrocarril. Si Kenneth Branagh dirige el filme, el guión corrió a cargo de Michael Green (Blade Runner 2049), Destaca la impecable puesta en escena, con una dirección de producción cuidada en sus mínimos detalles. En cuanto a la fotografía, fantástica, y la banda sonora, omnipresente, apuestan por la nostalgia de la época para meternos de lleno en el relato. Dado que hablamos de un reparto coral, y la película de Sidney Lumet del año 1974 lo tenía de lujo, otro reto era que nadie echara de menos la categoría de sus intérpretes y que estuvieran bien dirigidos. Kenneth Branagh lo ha conseguido y, en el caso de Johnny Deep, ha logrado lo imposible: una actuación mesurada y creíble, al lado de siempre certeros intérpretes como Michelle Pfeiffer, Willem Dafoe, Judi Dench y un largo etcétera entre quienes se encuentra la española Penélope Cruz, correcta en su breve papel pero no comparable a Ingrid Bergman. No negamos que la encarnación de Kenneth Branagh como el genial detective chocará a más de uno. Lo cierto es que su interpretación es magnífica (aconsejamos ver la película en versión original) y su personaje contiene la esencia del original y su sentido de la justicia. En cuanto a su caracterización y el bigote que luce, de desmesurado tamaño, es el que siempre imaginó Agatha Christie para su "criatura". Para: Los lectores y seguidores de las obra de Agatha Christie capaces de aceptar cambios no trascendentales de sus novelas al trasladarlas al lenguaje cinematográfico Juana Samanes