• La saturación informativa propia del mundo digital separa a las generaciones.
  • Es como si cada hombre tuviera que iniciar su propia historia. Como si todos fuéramos Adán.
  • Recibimos más información que nunca sobre la inmediatez  y menos información que nunca sobre la trascendencia, que era lo que antes se trasmitía de padres a hijos.
Sólo recordamos nuestros recuerdos. Y en la sociedad digital, donde la información se ha multiplicado, nuestros recuerdos son como un garbanzo en un campo de fútbol respecto al total de la información realmente recibida: casi imperceptibles. Sí, los medios electrónicos nos han aportado muchas posibilidades pero me temo que pueden hacer realidad el anhelo primero de Satán: separar a las generaciones de la anterior y de la posterior, de nuestros padres y de nuestros hijos. Y esta hecatombe puede llegar a hacerse realidad por mor de la saturación informativa. Demasiada información sobre lo inmediato y escasísima sobre lo trascendente. Y es la trascendencia lo que históricamente se ha trasmitido de padres a hijos. Y no se me ocurre tragedia mayor que la de una humanidad sin herencia y sin fruto, donde cada generación se convierte en un Adán que inicia su propia historia sin herencia alguna y condenado a un legado que no asume su pasado. Condenado, por tanto, a un legado escaso. A lo mejor hay que dedicar menos tiempo al móvil y más al libro y a la tertulia. Eulogio López eulogio@hispanidad.com