• La homosexualidad  no es una enfermedad, es un pecado.
  • El proyecto de Pablo Iglesias supone la destrucción de la familia, esa célula de resistencia a la opresión.
  • También elimina la libertad de conciencia… al cargarse la objeción de conciencia.
  • Y convierte la homosexualidad en cuasi obligatoria. Y no hablo de una asignatura.
  • Miren por dónde: la nueva derecha de Albert Rivera dice 'sí' al engendro legal.
  • El PP en su línea tibia: hará una enmienda a la totalidad.
Es digno de ser leído con detenimiento. Podemos ha alcanzado el no va más del totalitarismo en el modo ideología de género. Ya no se puede ser más aberrante, dictador, autoritario… es el no va más. Si el proyecto de ley LGTBI de Pablo Iglesias (en la imagen) sale adelante, estaríamos ante el final de todo: los padres no podrían educar a un niño como niño ni a una niña como niña: pueden ser castigados por ello. Los médicos tendrán que hacer aquello que atenta contra su conciencia y contra su estómago: cambiar de sexo a quien se lo solicite. Ojo y una vez que has cambiado no vale revertir la decisión. Ni el mismo sujeto agente. O sea, eres libre -y casi obligatorio- para ser homosexual pero no para volver a la naturaleza, que te ha creado hombre o mujer. Supone la destrucción de la familia, esa célula de resistencia a la opresión, la de libertad de conciencia, al cargarse la objeción de conciencia, y la homosexualidad cuasi obligatoria. Pero lo más significativo del texto podemita es que ha sido apoyado por el PSOE y por el derechista Ciudadanos. Los chicos de Albert Rivera son jacobinos: lo peor de la izquierda y lo peor de la derecha. Y, naturalmente, se califican a sí mismos de partido "limpio". O sea, que, además, puritanos. El PP, con su tibieza habitual, se ha abstenido y planteado una enmienda a la totalidad. ¿Se puede enmendar un harapo o se precisa un traje nuevo? Quizás sea éste el momento de recordar que la homosexualidad no es una enfermedad: es un pecado. Porque de ahí proceden, me temo, todas las conclusiones. No debe criticarse desde el punto de vista médico, sino moral, y de ley natural. ¿Qué moral? Moral, como la verdad, como la moneda, sólo hay una. Se puede respetar, rechazar, sustituir, etc., pero si la sustituyes por otra y la antigua era buena, la sustituta es moral falsa. En cualquier caso, ya lo decía Paco Ibáñez: estamos tocando el fondo. Eulogio López eulogio@hispanidad.com