• El proceso del perdón queda interrumpido. Lo mismo que ocurre con el 'procés' catalán.
  • El cambio litúrgico de la "sangre derramada por muchos, que no por todos" camina en esa línea.
  • Cuanto más cristófoba se vuelve la política, más clerical.
Desde el pasado domingo, primero de Cuaresma, se ha producido un cambio en las palabras consecratorias de la Eucaristía, la sección más importante de toda la liturgia. A la hora de consagrar el vino de se han cambiar el "todos" por un "muchos". En plata: Ese es el cáliz de mi sangre, sangre de la alianza nueva y eterna que será derrama por vosotros y por muchos para el perdón de los pecados". Pregunto a los doctores que tiene la Iglesia, a pesar de que el jaleo doctrinal es tal que a algunos enfermeros, incluso auxiliares de enfermería teológicos, se les otorga hoy el tratamiento de doctores. Y me aseguran que se trata de una traducción mejorada del texto de San Mateo. No lo duden: soy lego en la gaya ciencia de la liturgia. Ahora bien, en gramática parda estoy más versado. Y sé que la primera crítica (siempre hay un crítico) consistirá en decir que Dios murió en la cruz por todos y no sólo por 'muchos'. Y como toda mentira próxima la verdad es la más creíble. Y viene al pelo, porque es una cuestión de actualidad, con tantas referencias a las peticiones de perdón y a las misericordias, también en el mundo político, que cuanto más cristófobo se vuelve, más clerical. Porque, en efecto, Dios murió para redimir a todos, pero, ojo, a todo el que quiere ser redimido. El que no quiere no puede serlo por mucho que se empeñe un redentor… quien quiso crear al hombre libre. En plata: de nada sirve que le ofendido perdone si el ofensor no se arrepiente. ¿Se puede perdonar al no arrepentido? Sí, se puede, pero no hay tal perdón. Al no arrepentido el perdón no le sirve para nada. El proceso, como el procés, se interrumpe. Eulogio López eulogio@hispanidad.com